A la hora de gestionar una compañía los indicadores resultan indispensables como control de las actividades organizacionales, para la estructuración de cifras confiables la buena contabilidad es un sine qua non. Los indicadores se pueden agrupar de múltiples maneras, no obstante, la tradición financieramuestra cuatro grandes grupos: Indicadores de Rentabilidad, Indicadores de Liquidez, Indicadores de Actividad e Indicadores de Endeudamiento; cada uno de estos grupos tienen un objetivo de control específico.
En este blog hablaremos en particular de uno de los indicadores más importantes dentro del análisis de la rentabilidad de la compañía, el margen EBITDA, los márgenes siempre se refieren a porcentajes y su análisis dependerá del objetivo que hemos trazado en la planeación estratégica y en la planeación financiera.
El EBITDA por la traducción de sus siglas al español se lee como Utilidad antes de Intereses, Impuestos, Depreciaciones y Amortizaciones; pero su resultado por sí solo no dice mucho, es por lo que debemos convertirle en Margen y compararlo frente a las ventas. Así las cosas, la fórmula del margen EBITDA es:
Margen EBITDA = EBITDA / Ventas Netas
El margen traduce entonces el porcentaje que el EBITDA tiene sobre las ventas. ¿Pero qué es realmente el EBITDA?, cuando hablamos de EBITDA debemos referirnos a la Utilidad Operacional y definirla como la Utilidad que le queda al negocio después de haber incurrido en los costos generados para producir un producto o prestar un servicio y en los gastos de la operar la organización, denominados como gastos de administración y gastos de venta. Regularmente, tanto en costos como en gastos operacionales, se contabilizan partidas que son necesarias para aproximar la contabilidad a la realidad pero que financieramente evitan que veamos la rentabilidad real de la operación.
Las partidas contables son: la depreciación, este es un costo y/o un gasto que se registra periódicamente pues se entiende que la menor vida útil de un activo por su uso debe ser incluido en la contabilidad para garantizar, de alguna manera, que existirá la posibilidad de reemplazar a futuro dichos activos. En la producción se usan activos, por lo que la depreciación será un costo, en las oficinas y en el área de ventas se usan activos lo que hace que la depreciación se considere un gasto.
Las otras partidas que se registran en los gastos operacionales son, la amortización de activos o gastos diferidos y los deterioros del activo, anteriormente conocidas como provisiones, específicamente de cartera, inventarios e inversiones. Todas esas cuentas muestran partidas que no hacen parte directa de la operación de cada periodo, es por ello por lo que deben sumarse a la Utilidad Operacional para devolver el efecto que tuvieron en el resultado.
Es de aclarar que la Utilidad antes de impuestos e intereses es la utilidad operacional.
Contrario a lo que muchos piensan el EBITDA o Margen EBITDA no es sinónimo de flujo de caja, pero si es uno de los componentes para generar caja operacional, el flujo de caja mejora siempre y cuando la rentabilidad mejore, pero también cuando otras variables de óptima administración en pagos como recaudos, eficiencia de inventario, adquisición de activos fijos, sean abordados de forma controlada.
Aunque el EBITDA no sea flujo de caja por sí mismo, la mejora de este indicador aumenta las posibilidades para que el corazón del negocio genere los flujos necesarios para poder operar.
Las asesorías financieras externas, son claves para que con objetividad se mejoren variables que como el EBITDA hacen eficientes a las empresas.